sábado, julio 14, 2007

Algo de mi nuevo libro titulado "Post Mortem"


No hubo ninguna luminosidad en la explosión del disparo, tan sólo un falso derrame de partículas de pólvora negra que penetró en el cráneo joven y salió por el otro lado, teñida de rojo; su cabeza vibró con estrépito y algunos pedazos astillados salieron junto con aquel polvillo rojo, girando y girando mucho antes de que aquél desafortunado cayera...; el chorro de sangre pintó el hombro izquierdo mientras caía, incluso si el tiempo hubiera parado, el cuerpo hubiera sido bello, así muerto; como una sutil escultura, a la ignorancia de la conciencia acerca de la muerte, débil y frágil, así vi al joven con el hombro húmedo, cayendo, y a pesar de que sus ropas eran negras, su sweater mostraba un negro seco pálido; y al mancharse con la sangre tibia se pintó de humedad, frialdad y pena, con el chorro rojo, casi negrusco con pinceladas lilas, que era delgadísimo: como una cascada fina que se abre paso por entre la espesura de las rocas oscuras..., así caía la sangre y se estrellaba en el piso gris y al impactarse se separaban en miles de partículas redondas pintando de ocre y púrpura el suelo que terminaba recibiendo la sangre con el polvo que la envolvía con placer; mucho antes de caer el joven ...
Otro muerto, otra voz dulce acallada por el plomo satanizado, por el creador de su fatalidad, por el generador de dioses y creyente de éstos... el hombre.
fuente de imagen: espòntenieu