martes, noviembre 28, 2006

POR SI ACASO ME MUERO

LA ANTERIOR NOCHE APARECIÓ PLASMADA EN MI CABECITA UNA DUDA ¿QUÉ PASARÍA SI NO APARECE MI RAZÓN DE EXISTENCIA Y ME MUERO?
BUENO SEÑOR MÍO, QUÉ MÁS DA.
ESTAMOS ASÍ ESPERANDO NUESTRO DÍA D, ESPERANDO EL GRAN FINAL DE NUESTROS SERES MIENTRAS NUESTROS CULITOS SIGUEN CALENTANDO TODO LO QUE NOS SIRVE DE ASIENTO; BUENO, COMO DIJE HERMANITO, ¿EN QUÉ ME QUEDÉ? ¿DE QUÉ ESTABA HABLANDO? AJÁ, DE MI RAZÓN DE SER PERDIDA... PERO VEAMOS, NECESITABA ENCONTRARLA. CONTEMPLÉ LA OPCIÓN DE VIVIR DE MI PAREJA, ENCONTRÁNDOLA CADA VEZ PARA PREGUNTARLE SI NECESITABA ALGUIEN CON QUIÉN COMPARTIR LO POCO DE RACIONAL QUE TENÍA POR VIVIR.
PERO EL FANTASMA DE LA DEPENDENCIA SEXUAL, BIOLÓGICA Y ROMANTICA ME DECÍA: DEJATE DE JODER HERMANITO, ERES UN SOÑADOR DE CUERNITOS PEQUEÑOS, SI NADIE DESEA TENER HIJOS HOY EN DÍA (TAL VEZ LOS POBRES SIGUEN CON ESOS DESEOS ANTINATURALES)¿CÓMO VAS A PENSAR QUE ELLA VA QUERER CARGAR CON UN PELAGATO COMO VOS Y TODAVÍA PARA DARTE EL SENTIDO DE VIDA TAN ANHELADO?
RÁPIDAMENTE MANDÉ A LA MIERDA A LA VIDA Y ELLA ME SONRIÓ PORQUE LO HICE EXACTAMENTE UN FIN DE SEMANA, CUANDO MORÍA SIEMPRE PARA REVIVIR COMO UN LÁZARO DE MIECHICA EL DÍA SIGUIENTE O MÁS CONOCIDO COMO "LUNESCESITOCAGAR"
PERO LA VIDA RECIBE NUESTROS PENSAMIENTOS BIEN DEFINIDOS, Y NOS DA POR ATRÁS CASI SIEMPRE QUE DESEAMOS BURLARNOS DE ELLA.
ASÍ QUE DECIDÍ ENCONTRAR UN BUEN SENTIDO DE VIDA A LA VIDA QUE TENGO, Y AGARRÉ UN CUCHILLITO BIEN AFILADO, SÍ, HERMANO, UN CUCHILLO QUE TAL VEZ TE DA MIEDO VER A TÍ MÁS QUE TENER HIJOS Y GOZAR CON AQUELLO, UN CUCHILLO AFILADO A LA FORMA DE UN AL QAEDA.
Y SI TE DA MIEDO ESO, HERMANITO, NO CREO QUE TE DE MÁS MIEDO EL DEDUCIR QUÉ VIENE DESPUÉS DE UNAS MALAS PALABRAS Y UNOS VACÍOS DE UN ESCRITOR A MEDIAS COMO PUEDES SER TÚ Y QUE DEFINITIVAMENTE SOY YO: ME DEDIQUÉ A ELIMINAR VIDAS SUPUESTAMENTE INOCENTES.
POR SI ACASO ME MUERO, Y NO ENCUENTRO RAZÓN DE VIDA, QUÉ CARAJOS ME IMPORTA MIS VACÍOS, INCIDIRÉ EN LOS DEMÁS Y METERÉ MIS NARICES EN CULOS AJENOS.
Y SI ME TOPO CON SECRETOS OSCUROS, EL CHANTAJE A LOS CREADORES DE LOS MISMOS ME DARÁ MÁS SENTIDO A LA EXISTENCIA QUE TAL VEZ POSEO.
Y SI NO TE DA MIEDO ESO, EL DE NO ENCONTRAR SENTIDO A TU VIDA, ADIVINA, QUIZÁS YO ENCUENTRE MI SENTIDO DE VIDA USÁNDOTE A TÍ, PERO PRIMERO DEBO ENCONTRARTE...
QUÉ BIEN, QUÉ JODIDO...

lunes, agosto 28, 2006

LA APARICIÓN



Estaba mintiendo, se lo veía en los ojos negros de tierno y dulce acabado, aquellos redondos ojos de blanquecinos exteriores y un delicado, negro y brillante iris en cada uno, de apariencia seria, no obstante erótica y sin embargo, un tinte de corderito de sacrificio entre la virtud de la entrega de una mirada de soslayo, y de libertinaje en otra, mezclada con una leve sonrisa sardónica en la voluptuosidad roja de sus labios.
Ella seguía recostada, cual sirena; yo, como todo ser humano, trataba de no mostrar sorpresa alguna en cuanto a seguir su juego, debía parecer raro descifrar sus ojos egipcios, hermosura arcana que excitaba mis músculos más que verla desnuda, sólo su mirada llenaba mis sueños pecaminosos, sólo aquellas aberturas que recibían los globos oculares tiernos de su cuerpo, me llenaban el alma de jalea exquisita y bien formado anhelo.
Tal era la señorita, entre las sábanas me contemplaba, misteriosa, desdichada pero eterna, sus labios eran tan rojos, pienso ahora que esa noche hice barbaridades por ella, me pedía volar y lo hacía, me pedía matar, y lo hacía complacido, diosa de la belleza perdida, estaba allí, tendida, para mí, me hablaba, me ordenaba, y yo obedecía; Dios, ella jugaba conmigo.
Recuerdo muy bien el hecho de su llegada a mi humilde morada, con una capucha roja de terciopelo, una faldita negra y medias nylon de red oscura, los mechones de su pelo caían de pronto como cascadas de ceniza después de que un bosque muriera en las garras de los rayos, después de una noche tempestuosa; creía ver una visión oscura en su semblante pálido, pero sólo eran las sombras de la noche atrayéndome a su cuerpo junto al mío.
- ¿Cómo te llamas?- preguntó ese extremo metálico de voz.
Le respondí tartamudeando, rígido y triste, me daba un miedo particular escucharla pronunciar mi nombre.
Entonces, como una vez que casi muero al ver un bus chocar junto a mi coche en un accidente hace un año, sentí un estremecedor y austero éxtasis de amargura al verla; era la presencia de la muerte misma, que hace estremecer a todo ser mortal con su sola presencia.
Ella no era la muerte, era algo más, era un espectro venido de poemas nocturnos de gentes tristemente mortales, ella, quien yo tanto adoré, sólo existía en mi mente, y creaba en mi conciencia actos y me los pedía, excelente realidad creada de mis más profundos anhelos, ninfa perdida que apareció como complemento de mi mediocre memoria, de mi ingrata imaginación; creí cubrirme de sus aromas vírgenes y su perfume sutil; pero desperté embadurnado de sangre ajena, mi… mi esposa…
Podía ser que la realidad no era nada más que la simulación de mis deseos, pobrecita, tendida en mi cama, con los ojos muertos, preciosa, y un libro de Baudelaire al lado, entonces, me di cuenta del hecho: esa ninfa, ese espejismo de mi alegría perdida, el pecado hermoso de mis sueños, no era producto de mi mente, era la inspiración de otro, era el producto de otro; ya lo sé, no sirvo para realizar sueños oscuros, los sigo solamente.
Escucho a lo lejos el salir del sol, no hay nada mejor que amanecer lleno del aroma de la sangre.
¡Pobre idiota soy, lleno de sugestión!
(fragmento de "Estelas de sangre", DAM)

domingo, agosto 13, 2006

fragmento de estelas de sangre, mi nuevo libro de cuentos

MONÓLOGO DE MONSERRAT

Abrí las esferas blancas sin pupilas que tenía por ojos, y la oscuridad cayó nuevamente sobre mí, y es que al sentirla sobre mi pecho y mi vientre, ella dormía el placer de mi cuerpo; lástima que la eliminaré dentro de un momento entre mis sábanas; así siempre ha sido, mi oscuridad ha penetrado tanto en mi ser que ahora trasciende en los demás, en mujeres de toda raza, de toda forma, de toda esencia...; bueno, sé que ella es de tez negra, porque la sangre que corre por sus venas y dilata su corazón es espesa, es dulce y un poquito picante; eso me gusta: he probado un montón de cuellos de mujeres blancas y su sabor a vainilla me ha llenado de cursilerías los músculos retorcidos de mi pecho, ella es diferente, es como un cántaro tibio de miel entre mis labios...ya lo disfruto antes de nada, me dan ganas de destrozarle la yugular o la carótida y sorber su dulce sabia...
Me inspira lástima el deshacerme de ella y sufrir por mi soledad, ahora que mi vida, desde mis dieciocho, ha sido así: en medio de la oscuridad tanto de día como de noche, ciego por un accidente que no contaré por el volumen de mi pena que me acalla. Es penoso, porque descansa usando mi vientre como almohada y sus pechos nutridos de excitabilidad ablandan mi cintura pálida y calientan por lo menos un poquito mi cuerpo muerto; y creo que es hora de matarla, porque el amor no es pena, y lo que siento por ella es sólo deseo, deseo por saciar mi ser con su sangre; sólo aquello me hace sentir miserable; y está a punto de amanecer... Debo apurarme, y planear lo que haré mañana para fingir ser un simple ciego apuesto; con mis poderes, creo que no fallaré, seduciré lo que desee y me saciaré en soledad hasta encontrar quién llene mi alma y no mis venas.

lunes, julio 24, 2006

para el victor hugo

Allí donde los Jailones hacen su felicidad

Tributo a Víctor Hugo Viscarra... con dolor

Cuando el maestro murió, no me sorprendió que la Marlene se mataría con la trágica representación socrática de una cicuta hecha de un trago de alcohol de quemar mezclado con raticida de dos pesitos; ella se había obsesionado con aquel ser que escribía de forma tan sincera y que murió viviendo y vivió por siempre al dejarla sola con el sueño de una ilusión, era pues la materia con la que los sueños podían ser negros, la ilusión de la pérdida de un ser que nunca ella llegó a amar.
La Marlene había conocido al tal maestro un buen día de todos los santos, en esa época ella estaba por ingresar en el mercado de las niñas felices y su inocencia era la materia prima para ganarse el pancito tan anhelado; ricos empresarios de gabardinas negras la alquilaban, hasta el famoso diputado de diez, como lo llamaban los sicarios de la zona rosa, era uno de sus clientes que buscaban el amor perdido de adolescencia; recuerdo verla cerca del maestro, con la mirada brillante de la ilusión que siempre me tenté a robar, pero ella nunca se interesó en nadie más que en el maestro, con su cuadernito de colegial y una mirada llena de experiencia, seguido de k´epiris y amigos extraños, en medio de oscuras lunas y valses peruanos, La Marlene optó por seguir a su mentor tan raro y atrayente a la vez, hasta el día de su muerte.
Ella nunca tuvo oportunidad de mantener una relación amorosa con el maestro, él decía que eran los devaneos más tontos los de soñar estar con alguien como él, y cuando murió, ella prefirió la agonía de la parca antes de vivir atestada de gentes high y coches brillantes, tragando la poción del placer mezclada al veneno de los pobres.
Eso no es sorpresivo comparado al tipo que estuvo en su entierro, atiborrado de perfumes franceses, una camisa italiana y pantalones de fino acabado, mojando su bufanda de primera calidad de lágrimas ocultas por la mujer divina que La Marlene había sido para él, negro día para ver a un jailón que casi se hace seguidor del maestro para estar más cerca de la mujer de brillantes ojos que inspiran frío cada vez que se los ve, así, veía al cuerpo envuelto de tablas de madera hundirse en el abismo del olvido, puesto que el día del entierro de La Marlene sólo habían asistido algunos borrachines famélicos y tristes, sus colegas de trabajo ni se presentaron, no porque la odiaran, sino porque el dolor de la pérdida las clavaban en sus habitaciones, mordidas por la poción de Morfeo y anegadas de llanto.
Ese tipejo, con zapatos finos y cabello engominado, nunca más andaría por la zona rosa, porque su felicidad era ella, soportaba el estar con su familia por ella, soportaba a sus hijos hasta el sábado de costumbre, por ella; porque si la vergüenza no hubiese picado su máscara de jailón, la hubiera sacado del charco sin fondo de la prostitución, sin embargo su cobardía de abismos superficiales le paralizó hasta el día de verla oculta en el cajón que compró mediante La Rosa, meretriz antigua que recibió la donación con una gratitud enorme; ahora, como el autodidacto de Sartre, pasará las tardes de agonía, sin poder entrar a la biblioteca de sus placeres, ni verla los sábados ensimismada en los libros del maestro, tierna como las resacas de amor, inmensa como sus ojos que congelaban.
La Marlene no existe, no me sorprende, pero me duele mucho saber que El Víctor Hugo, el maestro, ya no esté, me duele en el alma; me da pena, por otro lado, el jailón que agoniza en su mundo de niños bonitos y sábados de buffet, yo lo sé a fondo, señores lectores, ¡cómo no lo voy a saber!, porque ese ser oculto en el cementerio alteño, miedoso por ser descubierto dejando flores a La Marlene, soy yo…

viernes, julio 07, 2006

Desde las Sombras de la casa de Hans





Allí siempre me reciben, era una tarde gris que no servía para enamorar; pero sí servía para ver a los niños joroschós de la naranja mecánica, y pasarla bien con mi tocayo, con T - Bone y mi mejor amigo, Hans, que está de camisa celeste, el del medio es mi tocayo, buen cuate.

Así, la noche comenzaba, y junto a mis amigos del mundo ultraterreno, compartimos la vida uniendo nuestras golovas para sacar partido de la música "PinkFloydiana", para vivir...

A ellos va dedicado este gran quilombo literario.

Hasta pronto, caro amigo T - Bone...

sábado, mayo 27, 2006

DEDICADO A UN AMIGO


Eutanasia en 10 sencillas lecciones


Cierto día, invocándome, el señor Antor me pidió un favor especial: el de ayudarle con un familiar suyo que tenia cáncer y que sufría mucho. Yo, como fiel servidor del ser humano que busca su comodidad, no me negué.
Como respuesta, tuve que mandarle un pequeño manual que bien podría servir a quien lo necesite.
Primero, busque en el diccionario la palabra eutanasia; segundo, trate de ponerse en el lugar de la persona que, siendo su pariente, sufre, y que realmente siente dolor, si no existe dolor, la eutanasia es por placer, y si no le perturba este factor moral, puede proceder; tercero, considere que la vida no es un conjunto de cables tratando de hacerle respirar a su pariente, que la vida es todo menos mantenerse en la cama sufriendo, y también que la vida solamente tiene sentido cuando lo complementa la muerte; cuarto, tenga en cuenta el factor económico suyo para proceder, si usted lo hará, es su responsabilidad el pagar por todo el tramite mortuorio de su victima, es decir, pagar el entierro, pagar a las plañideras, pagar a los posibles parientes lejanos que quieren la herencia (si es que el caso es de un anciano rico) e imprevistos; quinto, contrate un abogado, por si acaso se levanta el muerto y desea venganza o por si alguien sospecha; sexto, borre todo recuerdo cursi que tenga con la persona que ahora sufre y reemplace la imagen mental por la certidumbre de que su pariente estará en un lugar feliz y sin dolor; séptimo, tenga todo preparado para el día de ejecución, o contrate a una persona que lo haga si usted no tiene el valor suficiente; octavo, realice un lista de venenos principales y eficaces, sutiles en el caso de darse con sopa si es que el sufriente no está en estado de coma, como sugerencia el arsénico suele combinarse con cualquier sopa, es un poco picante, por lo que se recomienda mezclarlo con cualquier condimento. En caso de que el paciente esté en estado vegetal, sólo planificar el día en el cual usted procederá (eso si usted decide hacerlo); noveno, proceda con cautela, prepare al abogado con una coartada eficaz y pague por adelantado a la funeraria, al enterrador, a las plañideras, al local en el cual el velorio se realizará, el costo del café, de las velas, del sicario si usted lo contrata, de imprevistos y tenga la confianza de que le ha dado paz a la persona que de todos modos, moriría con más dolor; décimo, usted ha hecho el bien, tenga confianza, muchos en el mundo mueren y no se les toma importancia, ha pasado siempre así; este punto es opcional pero a la vez imprescindible: si la culpa le llega y siente que no podrá soportar el peso de un muerto sobre las espaldas, consulte a un psicólogo; si esto no pasa así, dedique tiempo a su familia o pareja, si el muerto era su única familia o pareja, construya su nueva familia, si no es así, consiga a alguien mejor; simplemente derroche su tiempo y su culpa ayudando a los demás o escribiendo manuales como éste. Al fin y al cabo, todos moriremos algún día.
Cuando termine de leer este práctico manual, se dará cuenta que a pesar de ser fácil matar a alguien, usted lo dudará un minuto, si accede a hacerlo, tendrá un lugar reservado en mi hogar, que siempre estará abierto para personas como usted; pero si logra rechazar este protocolo de asesinato sutil, y decide acompañar a la persona sufriente por el resto de su corta vida, soportando verlo sufrir junto con la certeza de estar respetando su vida, considérese usted totalmente, un ser humano...
Sin otro particular, le mandé la respuesta al señor Antor, después de aquella noche, no supe nada más de él, pero no dudé en firmar como muchas veces he firmado, con tinta roja puse, al final de la carta – manual, el nombre del remitente, mi nombre: Lucifer.

miércoles, mayo 24, 2006

DEDICADO A BRAM STOKER

MÁRTIR


A veces la muerte cumple algunos deseos forzosos de almas que pasan el umbral de la vida de forma violenta; los satisface porque la justicia humana, también a veces, es insuficiente.
En el cementerio principal de la ciudad de El Alto, se ofició el entierro de una joven dulce y tierna de dieciocho años, se llamaba Sandra, y su mirada, según muchos de sus amigos, nunca expresó un tinte de rencor, incluso cuando la encontraron desnuda, muerta sobre un charco de sangre, aquel viernes a las ocho de la mañana.
Tenía un rostro canela, de contornos virginales y facciones incompletas por su tierna edad; los padres lloraban su pérdida, e imploraban al indiferente Dios de las iglesias justicia; pero el libre albedrío siempre ganaba, y las tragedias eran “pruebas de fe” que no igualaban una crucifixión.
Nadie sabía de sus verdugos, quiénes eran y dónde se encontraban; en efecto, sólo la deliciosa muerte requería del tiempo suficiente para localizarlos, pues nadie sabe de la hora final que tendrá que pasar, y esa es la ventaja de la parca, pues puede utilizarla a su favor.
Los enfermos marginales que la habían asesinado con placer, aficionados a la violencia, la estudiaron por tres meses junto a otras víctimas opcionales; y después de ejecutarla, decidieron pasar a la otra víctima, una estudiante de un instituto alteño, que según ellos, salía del mismo a las diez de la noche y que caminaba por calles angostas y silenciosas.
Eran las nueve y cincuenta y la noche neblinosa de nubes arcanas cubrían la presencia del iris macabro de la luna, ellos esperaron pacientes la llegada de la joven, uno con una daga casera y el otro con una cuerda para ahogar a la fuente de sus placeres anómalos; nadie supo que la joven a la que buscaban estaba enferma y nunca llegaría a esa calle, porque estaba en su cama, reposando sus veinte años seguros de no ser interrumpidos por aquellos enfermos.
Sin embargo, ellos siguieron a una muchacha que recorría la misma ruta.
Estaba vestida de blanco, sus cabellos negros resplandecían con un cierto tono de nostalgia y caminaba, nebulosa, entre las sombras que se rendían ante su esplendor, como si fuera un ángel en medio de un bosque veraniego.
Sonreían satisfechos mientras el caminar de la mujercita se hacía pausado, e incluso parecía flotar en medio de las sombras de unas calles oscuras y pestilentes; de cierta naturaleza violenta en graffitis obscenos que denigraban la belleza femenina hasta reducirla a una asquerosa representación negra, sin saber que la belleza era más que aquello.
La mujer se internó en el callejón del crimen de Sandra, cosa que no impresionó a los degenerados, mientras se crispaban sus dedos, sus dientes rechinaban y sus pupilas se dilataban temblando de impaciencia.
Nadie andaba por allí, porque las anteriores noches después de la muerte de la joven Sandra se oyeron gritos guturales y desgarradores ruidos nada animales que sólo podían explicar la presencia de un demente en el lugar, sin embargo nadie se atrevía después de que una persona que había escuchado de aquellos rumores se propuso a explorar y salió gritando por todo el lugar, como pidiendo auxilio, y escupiendo sangre.
Pero los antisociales la siguieron, tomando un trago de alcohol para no sufrir el peso de aquellas conciencias suyas que sólo eran el remedo de un pobre parámetro de lo que era bueno o malo en sus vidas, se internaron en las sombras y luego, pasó.
Ella se puso frente a ellos, sonriendo, con ojos felinos que ellos no distinguieron a causa de la borrachera y la excitación, pero algo andaba mal, sus ropas blancas comenzaron a sangrar un líquido negro, haciendo de ella un espectro oscuro que se asemejaba a su entorno putrefacto, ellos retrocedieron implorando al Dios de las iglesias su salvación, mientras las alas membranosas de la muerte los cubrían para no dejarlos salir jamás.
A la mañana siguiente, a las ocho de la mañana, se encontró a una pareja de borrachos desnudos, con los cuellos destrozados, sin sangre, blancos como el papel, uno sobre otro, desfigurados al extremo del cubismo, y con expresiones ocultas de terror en lo que antes fueron sus caras.
Pero, lo más extraño de aquel día fue, que en el otro extremo de la ciudad, en el cementerio de la ciudad de El Alto, se encontró la tumba de la dulce Sandra abierta, la tierra removida y huellas de garras en todo el lugar; y el cuerpo no aparece hasta hoy en día.

jueves, mayo 04, 2006

Tributo a Lovecraft



LA ADVERTENCIA


Eran las cinco de la tarde cuando Manuel Saavedra, un arqueólogo español, encontró por casualidad mientras caminaba, a doscientos metros al sur de la pirámide de Akapana, una plataforma rocosa rectangular que sobresalía del piso arenoso, estaba temblando mientras apartaba la tierra de aquel cuadrilátero de metro y medio de largo y ancho. Decidió cavar.
Era un monolito de dos metros y medio enterrado en el piso, tenía una mirada de terror en aquella cara sólida que dirigía sus expresiones de pánico hacia el este y desviando un poco sus pupilas hacia el sur, previniendo entre los anales del tiempo a los que lo veían de algo en aquella dirección, algo que la figura lítica temía. Manuel estudió los grabados en el tórax del monolito y descifró muchas pistas que llevaron la investigación a trazar en un mapa la dirección de aquella mirada de piedra. Desde Tihuanaco hasta la ciudad de La paz, Manuel Saavedra calculó que la dirección sureste se internaba en la cordillera Real y se perdía en la misma. Había poblaciones por las que cruzaba la línea del mapa y no sería fácil.
Caminó por pueblos, indagó creencias de algo espectral que, según algunos sabios amautas, estaba encerrado por el sureste de algún lugar desde Tihuanaco, y que los templos, las chullpas y las puertas andinas confrontaban mirando al este, ya sabía Manuel Saavedra que aquello estaba internado en las sombras de algún lugar. La avaricia lo había corrompido, ocultó sus hallazgos y su perfil español recorrió lugares oscuros, y aquel diez de agosto, en Mallasa, lo descubrió. Estaba ubicado detrás del zoológico, en un valle pedregoso de pilares de tierra arenosa y huecos negros llenos de telarañas que podían envolver y ahogar a quien cayese; bajó mirando la pendiente escarpada con vegetación silvestre, al frente se alzaban montañas grises y amenazantes, nubladas, espesas porque eran el comienzo triunfal de una cordillera inmortal.
Entre plantas de retama y telarañas sucias encontró un portal salido de la tierra, estaba hecho de piedra basalto, de tinte negro, era un túnel rectangular, como un pasillo macabro que con ambiciones de dinero Manuel penetró. Caminó cinco a diez minutos entre olores dantescos alumbrando hacia el frente su recorrido con una linterna entre paredes, techo y piso de piedra basalto, hasta que llegó a una cámara que tenía una construcción de adobe al medio.
Era una chullpa, y su puerta estaba dirigida al oeste, es sabido que las chullpas, como todo elemento andino, miran al este, al sol naciente; pero ésta miraba al oeste, al ocaso...a la oscuridad.
Se agachó para revisar la pequeña puerta rodeada de retama y coca, en sus bordes se distinguía una corona de huesos astillados, saliendo del hueco de adobe como una boca salvaje.
La tierra dentro de la chullpa era negra, como el carbón, y Manuel Saavedra la apartó con una brocha para descubrir un esqueleto de cabeza, el cráneo estaba perfecto, conservado, pero su mandíbula estaba cubierta de un tejido de lana que no dejaba ver los dientes del soberano (tenía collares de oro). Manuel trató de apartar el tejido, pero al no lograrlo, decidió cortarlo con su daga de caza.
Unos rumores oscuros le interrumpieron, venían de los lejos, y entonces Manuel se dio cuenta de que afuera llovía, y la tierra gredosa por el agua cubrió la puerta por la que él había entrado.
Concentró su atención hacia el cráneo nuevamente, dejando su imaginación a un lado, cortó el tejido y apreció lo siguiente: los caninos superiores del cráneo eran larguísimos, más que los de un animal, bajaban hasta rozar el mentón, Manuel retrocedió con una expresión de terror al sentir que aquel descarnado rostro parecía contemplarlo entre esos huecos que tenía por ojos; al apartarse, se desgarró accidentalmente la piel de la mano derecha con la corona de huesos. Dejó caer la linterna que proyectó su luz alumbrando la pared noroeste de la cámara, había una puerta oculta allí, que de seguro dirigiría sus recorridos a Tihuanaco. La sangre de Manuel cayó sobre el cráneo y al mismo tiempo un grito pétreo y desgarrador venido de la puerta noroeste se dejó escuchar, era el monolito que había advertido lo que los sabios andinos llamaban “el mal” y que estaba encerrado un milenio antes de la conquista española. El grito estremecedor ya no era una advertencia, era un hecho.
La linterna rodó por el piso alumbrando el túnel hacia Tihuanaco que sorpresivamente estaba lleno de oro, ya no era piedra basalto, era oro; y su ambición llegó a mostrar lo que el arqueólogo codicioso no vería jamás, porque algo sediento se enterraba en su mano, dos tubos puntiagudos como colmillos penetraron su piel y Manuel sintió que ese algo lo succionaba y que su sangre dejaba su cuerpo rápidamente; mientras la oscuridad del túnel se incrementaba.
Hoy en día, después del sacrilegio del arqueólogo por no haber descifrado el peligro que le advirtieron las señales líticas de la sabiduría andina, se conocen casos de personas que desaparecen por aquel lugar, siempre de noche.

martes, abril 04, 2006

IN MEMORIAN



EN MEMORIA DE ANA LINA
(TRIBUTO A ADOLFO BIOY CASARES)

Siempre quise a Ana Lina, era una de esas figuras que no se pierden con el tiempo, y se mantienen en los sueños extremos y tristes de noches frías y tibias pero desesperantes; era aquel viernes cuatro de septiembre cuado empecé el libro, papel a mano y entre mis pensamientos aquella angustia que provoca la nada, miraba el espejo plomo por el aliento de invierno y temblaban mis dedos: La expresión de mi soledad.
Ella, ella siempre en mi mente; incluso ahora, que tengo en la niebla su rostro manejado por mis ganas de decirle hola...; era ya abril, y parecía que no llamaría más.
Pasó un año, y mi esperanza decrecía por aquello que no se dice pero se siente como sangre chorreando en el interior del vientre; tuve una pareja, y otra, y otra, hasta que ella se diese cuenta que yo no la menospreciaba, pero seguía con mi convicción de acabar el libro a su nombre y dejárselo por ahí, escrito en las sombras, o hacer como en este cuento, esperar que ella lo lea, y así, con mis ilusiones, pasó el tiempo imperdonable. Me contaron que la veían, pero no sé porqué no la vi al quinto año de nuestra separación, mientras ella desarrollaba en su ser el niño que una vez me pidió, pero que le negué por la inmadurez de mi inseguridad.
Tuve en mi mente su voz delgada y su mirada extremadamente tierna, y mi ser reproducía aquella droga primigenia en los días posteriores después de perderla, pero me pregunto ahora: ¿Y si no la hubiera soltado?
Por Dios, si existes, ¿qué mal puede ser peor que conocer el amor demasiado tarde, cuando la que produce el escozor estremecedor en tu almohada tiene ya años sin contemplar tu mirada y no sabe de tu amor?
Pasó una década, y mi profesión tuvo sus frutos, los hijos vinieron pensando en su padre como el mejor padre que existe, porque ama a su pareja y es atento; pero esa actividad era nada más ni nada menos que el ocupar mi mente con detalles para no caer en la locura de la auto – decepción, de pensar en ella al despertar, al dormir y al vivir relativamente a diario, sólo en ella.
Ana Lina Campo Muinati nació con aquel nombre tan particular como su mirada inocente expresaba, yo tuve la oportunidad, ese tiempo hace veinte años, mientras mi pluma envejecía y era reemplazada por el teclado, y deseaba publicar mi agonía para hacerle entrar en razón.
Lo sé, la perdí, pero la vida es sabia, te trae experiencias...
Ahora, al saber que ya murió, después de treinta años de recordarla, así, con hijos y nietos espontáneos, no sé qué pensar en cuanto a ella, talvez me quiso, talvez me usó, talvez ahora, en el cielo, piensa más en los hijos que tuvo con su esposo, mientras yo, solo al lado de mi esposa, pienso en los hijos que tuve y que ella tenía que recibir... que ella debía tener conmigo.
Ahora, al quemar el libro que ella no pudo leer, y que esperanzado quería que lo haga, la veo entre las llamas y el humo que producen las mil doscientas páginas de letras pequeñísimas, hechas y rehechas con dolor, quizás con egoísmo pero para ella; así, seré consciente de que ella no era nada más que un recuerdo distante, de un viernes en plena ceja, despidiéndome para siempre de ella, cuando ella misma esperaba que le tomase por entre mis manos, y no lo hice.
Talvez escribo por ella, y aseguro que todos mis escritos tendrán el tinte de su presencia, sea en vida, como en muerte.
Después de ver el papel ennegrecido consumirse por el fuego, me pregunté:
¿Ahora, mi vida, será distinta sin ella?
Al saber que sólo duró un año lo nuestro, y que he pasado mucho tiempo pensando en aquello, me di cuenta que nunca la tuve lo suficiente, y que suficiente fue un mísero año para saber que nunca la olvidaría.

viernes, marzo 31, 2006

CONOCIENDO A DANIEL AVERANGA

Está en el limbo decepcionante de un libro, no sabe si acabarlo o seguir, se pregunta si la existencia tendrá un cuerpo general, pero de pronto, viene la paranoia, ¿quién soy yo? soñando extenuantemente en la respuesta, algo de las tinieblas responde: ERES TÚ...
Mi nombre no interesa a nadie, pero mi esencia talvez siga llegando a confundir los deseos de mi lucifer particular, mi nombre puede ser legión, o locura, o Daniel, o (por todos los diablos): persona.
Vivo pensando en el presente como si fuera el futuro, y si el presente tiene la esencia de la causalidad: ¿Qué es el pasado?
Había sentido que ahora, existen miles que mueren sin nombre, en las clínicas de aborto, en las callejuelas pobres de Brasil, en la esquina de la cuadra donde vivo, y en la inmensidad del mundo desconocido...
Me pregunto si ella sobreviva, veo su muñón en vez de muñeca que chorrea sangre sobre la sangre coagulada y no hay mano, me limpio la boca y pienso: "¿Soy verdaderamente malo? Sólo tenía hambre..."
Entonces dejo aquella mano ya descarnada y dejo de comer.
Así soy, pensando, mientras la veo llorar, en si acabo el libro que tenía en mi regazo o termino mi dulce festín. Será otro día.

miércoles, marzo 29, 2006

Su Excelencia La Soberbia


Pasa por el espejo cada mañana y se pregunta: ¿Y ahora, a quién voy a dorar la pildora?; se siente impotente a pesar de su papel putrefacto que, al fin y al cabo, fue ineficiente.
Si el Marqués de Sade viviera, hoy, ¿qué opinaría sobre este tipejo que se hizo guiar por personas ajenas al contexto nacional para ganar unas elecciones que resultó siendo más tarde uno de los peores gobiernos que pudo soportar el pais en su existencia democrática?
Vamos, usted, señor lector nacional o internacional, qué importa, ¿no sentiría náuseas al contemplar a este viejito diciendo en su acento dislálico y/o disléxico "No voy a renunciar"?
Realmente me da pena y vergüenza este despojo de ser humano, dejemos al hombre soberbio con su soberbia paranoica para otra ocasión.
Hasta cuando tenga ganas de aplicar la bulimia en mi ser.

¿Y quién ahora?

Estoy pensando en la vanidad de los errores, mientras aprendemos de ellos, ¿quién nos podrá parar si de pronto nos dañamos?
Tengo un pensamiento raro e interno que explota en mi ser, buscando poco a poco, encontré la solución de aquella rara sensación: LOCURA, así, nació... Septiembre...

para la posteridad

SEPTIEMBRE

La vieja calle estaba rodeada de sombras que amenazaban descomponer toda su estructura de adobe y de leves acabados coloniales.
Allí estaba, tendido entre los pliegues de tierra que no hacían más que ocultar su cuerpo lleno de llagas de olor picante y tachonado de puntillos rojos por una alergia pasada que le dejó cicatrices de un color dantesco, no se preocupaba por su apariencia casi transparente e inundada de soledad en medio de la calle oscura; eran las dos de la mañana y pronto acabaría la espera, había descubierto que ellos tal vez tendrían razón antes de suicidarse por varios medios y que después aparecían entre la neblina de las calles de La paz, olvidados por los días eternos de la espera que ellos también tenían y que para los simples mortales era tan sólo un día común y corriente. ¿Cómo lo descubrió? Era un viernes de septiembre, entre las grietas de la memoria de la gente había descubierto un parque empolvado, viejo y triste, lleno de una insatisfacción por su trabajo en el hospital como un simple limpia baños en toda la extensión de la palabra, se llegó a sentar en el borde del bloque de cemento del monumento raído de un hombre que sirvió en la guerra del pacífico y que murió carajeando al enemigo; se redujo para no sentir el viento frío desde la cordillera frente suyo, y poco a poco percibió las figuras de las personas empedradas de frío en la sombra de los árboles del rededor de la plaza, y se sorprendió al reconocerlos vivos, cada uno tenía en su rostro el semblante expectante de tener la razón por lo que decía en vida. Hablaron tropezando sus palabras "tenía la razón" decían unos; "ya vendrá" decían los creyentes y él terminó por irse de la plaza estragado por el miedo de ver a personas que en vida él había contemplado agonizando como peces en el piso, boqueando y envenenándose con sus propias entrañas y sus sangres contaminadas.
Y le estremeció, allí, reposando sobre las calle de tierra al tener que tomar lo que dijeron aquel viernes como una predicción: "al final los locos tienen razón" pensó, y deshecho por esperar hasta las dos y media de la mañana, contempló el cielo, ya doscientos locos suicidas le dijeron que a las dos de la mañana con treinta minutos de un día de septiembre del año en curso se cumpliría todas las predicciones que escupían antes de cercenarse las arterias o al cortarse las muñecas; había esperado los anteriores veintinueve días del mes de septiembre y sólo faltaba un día para que la predicción de los doscientos locos se cumpla o no, "por eso están locos" se dijo al recuperar sus fuerzas por la borrachera de vómitos de hiel que le devolvió la lucidez de siempre por un momento, miró su reloj y percibió un estremecimiento en su espina acompañado del dolor de la futura resaca, sonrió por haber dejado de dormir casi un mes completo al obsesionarse por las últimas palabras de doscientos moribundos que habían entrado en los récords del mes de agosto por la ola de suicidios y que se le aparecerían al pobre limpia baños un viernes entre los árboles de la plaza del mártir olvidado...: ya eran las dos de la mañana y treinta y cinco minutos.
¾ Debí pensar en ella... ¾ dijo al recordar a su dulce tormento, si era verdad o mentira todo lo que le dijeron que iba a pasar, la había olvidado de todas formas casi un mes completo, y ella era no tanto una mujer de cuerpo perfecto, ni rostro bello ni caracteres helénicos; pero sí: Era bella para él y él había apagado la esencia de su existencia llena de nervaduras tristes y solitarias gracias a ella.
La había olvidado, no era posible. Ella le había servido como un remedio para el dolor y la nostalgia, pero él no había valorado en nada la intervención femenina de su clásico aroma lácteo y fresco de una noche intensa de morir de amor por tan sólo una vez junto a su cuerpo en contacto de la piel tachonada de cicatrices que él tenía y temía mostrar por vergüenza y por asco de sí mismo. Ella ni siquiera se inmutó por su piel, y lo trató con tanta naturalidad como trata una madre a su hijo, y él la había dejado en la soledad que él temía sentir.
¾ Soy un estúpido, ¿cómo la dejé por una simple coincidencia de tantos locos prediciendo lo mismo? ¾ dijo, e incluso le entró el miedo al pensar que si era cierto lo que los suicidas dijeron no había aprovechado sus últimos instantes con ella ¾ Soy tan tonto, sé muy bien que ella me sigue amando, y que es muy difícil, casi imposible que se cumpla lo que esos locos...
De pronto el cielo se convirtió en pura oscuridad, él se quedo silencioso, hecho cenizas por el alcohol bebido, y arrepintiéndose por la incredulidad suya, miró de lejos una sombra que se acercaba gritando y con las muñecas colgando y dejando una pista de sangre que caía como las cataratas de su pena por el arrepentimiento de no tenerla ya.
Se le acercó, gritando, corriendo cada vez más lento y, cuando se le acercó a unos centímetros de distancia, cayó con estrépito y alcanzó a decir:
- Ya viene...
- ¿Quién?
- Ya lo sabes tú - dijo y, suspirando, dejó caer su cabeza como una piedra.
Dejando de existir, muriendo, para no respirar nunca más. Él lo reconoció, era un paciente que había intentado suicidarse pero que lo salvaron a tiempo, y él sonrió pensando que fue en vano todo el sacrificio de los doctores ese día, para que él termine arrancándose su propia piel y dejando escapar su alma más tarde. Pero era otro muerto más, otro loco que decía lo mismo y estaba feliz por dejar de existir.
Mientras veía desangrarse al cuerpo, sintió que la ciudad de La paz se elevaba desde su punto más bajo, hervía la tierra y la gente que un día había sentido pena y asco por los locos que se habían matado diciendo que el mundo se acabaría un día de septiembre, lloraban y se caían de miedo, como él sintió al pensar en ella, mientras el cielo se tornaba rojo y goteaba sangre del mismo, y un punto negro parecido a la boca de una trompeta aparecía, y otra, y otra... hasta formar siete huecos que le recordaron un poco al libro del Apocalipsis.
Mientras hervía en el piso y su piel se derretía como mantequilla por entre sus huesos pensó en ella y en los más de doscientos locos que se apuraron para no sufrir lo que los simples mortales estaban sufriendo en su condición de sanos y normales.
(publicado en La Razón- octubre 2005)

¿gente bonita?


LA GENTE BONITA
I
Dentro de aproximadamente cincuenta años desde este preciso instante en el que usted, estimado lector, lee este relato, se ha de crear una revolución tecnológica que tendrá como piedra angular la elaboración de la perfección en los seres humanos.
La naturaleza humana buscará la belleza exterior al cansarse de tener que profundizar en vano la belleza interior que no evolucionará nada; porque las máscaras sociales seguirán existiendo en el futuro; un futuro no tan bonito en la perspectiva del sueño americano.
El ozono será un sueño del recuerdo de la naturaleza; nadie ha de vivir sin tener que quemarse un poco con el sol rojo de contornos plateados que las industrias crearon desde el siglo XX; serán necesarias las cremas espesas de color verde y los protectores solares que más tarde se prohibirán por su efecto nocivo en el poco y deshidratado ambiente natural que sobre.
”En extinción” serán la palabras más comunes; estarán en extinción los animales, las relaciones sexuales seguras, la flora verde que dependa del hombre, la religión, los libros de filosofía y, además, el hombre.
Todo ser feo será eliminado; no es ninguna mala intención poner al hombre en los parámetros de belleza; la belleza es subjetiva; pero para ese entonces la filosofía será sólo un recuerdo. ¿Quién dirá qué o quién es bonito y qué o quién es horrible? El poder de la genética no tendrá nacionalidad, la tecnología embriológica y genética será el Salomón discriminador de sus patéticos súbditos.
Desde el vientre de la madre se delimitarán los nacimientos enfermos; el síndrome de Down desaparecerá y a los fetos que se extirpen, sean detectados como “futuros” ciegos, sifilíticos, defectuosos de algún gen o cromosoma, se usarán para el estudio doctoral (como se ha ido realizando siempre, pero no tan a la luz como se hará en el futuro)
Todo comenzará por la cirugía estética; nadie de piel blanca será apto para existir en el ecosistema ─ si se puede llamar ecosistema a ese conjunto de miasmas de artificialidades volcánicas invisibles ─ y se comenzará a publicitar en todos los lugares públicos, anuncios porno - financieros de la nueva sensación de la belleza moderna, de un color Bronce que será “saludable y puro” y que todos los que tienen éxito tendrán ese bronceado artificial para mejorar su entorno empresarial.
II
¿Cómo se implantará el color Bronce en las pieles ejecutivas y de poder en los primeros intentos?
Se intentará extraer la esencia de diversos tipos de entes para implantarla en la piel de seres potencialmente blancos, comenzando desde plantas y pasando por perfumes e incluso animales casi extintos, hasta sabores como la vainilla quemada al chocolate claro; nada tendrá el efecto esperado; pero la base de todo estará en la piel humana que posee Melanina, que protege a la misma de los rayos ultravioleta de una forma parcial y la torna morena; así, con el descubrimiento de que la piel morena tiene Melanina, se realizarán experimentos con presos políticos de índole subversiva; es decir, con tipos revolucionarios de países tercermundistas; les quitarán la Melanina matándolos primero; arrancado sus pieles como al querer hacer un tambor de piel, y extraerán la Melanina de la piel con técnicas precisas e inyectarán con una técnica nueva la esencia familiar; los sujetos que tengan piel morena serán puestos en el cadalso tecnológico y se decidirá el nuevo mecanismo de poder para gobernar el mundo de los bonitos:
Todo aquel que posea piel morena, andina e incluso amarilla y que su capital económico tenga un promedio bajo, será llevado a examen de competencia.
El examen de competencia será una típica muestra de sangre y de estabilidad acerca de la salud del estudiado; si aprueba la misma prueba de sangre y no la de corporalidad, será sujeto de extirpación. Si pasara las dos pruebas acordes a los parámetros establecidos, será sujeto a trabajo de empresa; es decir, se salvará.
La sociedad de élite tendrá el poder económico para nacer de piel color Bronce, ya que las pruebas y la necesidad serán el motor para los descubrimientos y adelantos tecnológicos que tendrán un adelanto macabro: Extraer de la piel de cinco hombres la Melanina suficiente para broncear la piel del feto en el vientre de la madre.
Los gobiernos, que bajan la cabeza siempre por la tecnología y someten los deseos de la misma sacrificando algunas prioridades, tendrán que dar sus habitantes a las empresas de estética famosas en el tiempo por venir. Las empresas usarán a estos habitantes donados tan amablemente por los “países en proceso de desarrollo” para que cumplan dos propósitos: El primero, de ser el material de la empresa, ellos (los que aprueben el examen de sangre solamente), serán puestos en cabinas en las cuales se los matará “de forma humana y no violenta” inyectándoles una droga para dormirlos en la yugular que al mismo tiempo que los duerme, los inmoviliza y los mata por sobredosis. El segundo propósito es el de usar al resto como el instrumento de la empresa, las personas que aprueben en las dos pruebas ya mencionadas, serán los que trabajen en la empresa, manipulando las bolsas de sangre y de esencia alquímica para hacer gente bonita, del color que ellos tienen, sin asco por tener la vida de cinco morenitos en una bolsa que será invertida en el embrión de la propiedad de un millonario antes blanco pero ahora bronceado por la Melanina. La gente no se revelará, Sudamérica tendrá que sacrificar a sus hijos porque las potencias lo demandarán así; todo por cubrirse del sol, Dios, si el hombre no morirá por el sol solamente, sino por él mismo.
Tanto así será la evolución de la belleza del ser humano, que los feos, los horribles, los perseguidos, los odiados; serán, por vez primera en el marketing consumista y funcional, los blancos.