lunes, agosto 28, 2006

LA APARICIÓN



Estaba mintiendo, se lo veía en los ojos negros de tierno y dulce acabado, aquellos redondos ojos de blanquecinos exteriores y un delicado, negro y brillante iris en cada uno, de apariencia seria, no obstante erótica y sin embargo, un tinte de corderito de sacrificio entre la virtud de la entrega de una mirada de soslayo, y de libertinaje en otra, mezclada con una leve sonrisa sardónica en la voluptuosidad roja de sus labios.
Ella seguía recostada, cual sirena; yo, como todo ser humano, trataba de no mostrar sorpresa alguna en cuanto a seguir su juego, debía parecer raro descifrar sus ojos egipcios, hermosura arcana que excitaba mis músculos más que verla desnuda, sólo su mirada llenaba mis sueños pecaminosos, sólo aquellas aberturas que recibían los globos oculares tiernos de su cuerpo, me llenaban el alma de jalea exquisita y bien formado anhelo.
Tal era la señorita, entre las sábanas me contemplaba, misteriosa, desdichada pero eterna, sus labios eran tan rojos, pienso ahora que esa noche hice barbaridades por ella, me pedía volar y lo hacía, me pedía matar, y lo hacía complacido, diosa de la belleza perdida, estaba allí, tendida, para mí, me hablaba, me ordenaba, y yo obedecía; Dios, ella jugaba conmigo.
Recuerdo muy bien el hecho de su llegada a mi humilde morada, con una capucha roja de terciopelo, una faldita negra y medias nylon de red oscura, los mechones de su pelo caían de pronto como cascadas de ceniza después de que un bosque muriera en las garras de los rayos, después de una noche tempestuosa; creía ver una visión oscura en su semblante pálido, pero sólo eran las sombras de la noche atrayéndome a su cuerpo junto al mío.
- ¿Cómo te llamas?- preguntó ese extremo metálico de voz.
Le respondí tartamudeando, rígido y triste, me daba un miedo particular escucharla pronunciar mi nombre.
Entonces, como una vez que casi muero al ver un bus chocar junto a mi coche en un accidente hace un año, sentí un estremecedor y austero éxtasis de amargura al verla; era la presencia de la muerte misma, que hace estremecer a todo ser mortal con su sola presencia.
Ella no era la muerte, era algo más, era un espectro venido de poemas nocturnos de gentes tristemente mortales, ella, quien yo tanto adoré, sólo existía en mi mente, y creaba en mi conciencia actos y me los pedía, excelente realidad creada de mis más profundos anhelos, ninfa perdida que apareció como complemento de mi mediocre memoria, de mi ingrata imaginación; creí cubrirme de sus aromas vírgenes y su perfume sutil; pero desperté embadurnado de sangre ajena, mi… mi esposa…
Podía ser que la realidad no era nada más que la simulación de mis deseos, pobrecita, tendida en mi cama, con los ojos muertos, preciosa, y un libro de Baudelaire al lado, entonces, me di cuenta del hecho: esa ninfa, ese espejismo de mi alegría perdida, el pecado hermoso de mis sueños, no era producto de mi mente, era la inspiración de otro, era el producto de otro; ya lo sé, no sirvo para realizar sueños oscuros, los sigo solamente.
Escucho a lo lejos el salir del sol, no hay nada mejor que amanecer lleno del aroma de la sangre.
¡Pobre idiota soy, lleno de sugestión!
(fragmento de "Estelas de sangre", DAM)

2 comentarios:

  1. Esta parte no la había leído pero denota que la pasión al escribir va creciendo, o esa es mi idea que tal vez no sea cierta... ay de los ideales que se convierten en realidad, resultan perversamente sangrientos.

    Sombrío Beso.

    P. D. Disculpa el retraso, hoy mismo te envío mis opiniones.

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  2. sol alba9:55 a. m.

    es tan impactante especialmente la parsona quienla escribio esta tan guapo es el mejor escritor que conosco y con la edad que tiene esta hecho todo un bombonaso, tu libro Dani es el mejor te extraño mucho corazoncito de palta porque la verdad tu me haCES MUCHA FALTA espero que no estes molesto conmigo te quiero un monton jamas deje de sentir algo porti y creo que tu tampoco te extraño pronto nos veremos sigue adelante mi corazon.

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